Manejan dolor de pequeñas especies con terapia multimodal

El doctor Marco Antonio de Paz advirtió que no controlar oportunamente el dolor disminuye la calidad de vida de los pacientes

El dolor en pequeñas especies debe tratarse con analgesia multimodal para evitar la presencia de cuadros de anorexia, retención urinaria, falta de movilidad, hipersensibilización, retraso en la cicatrización e inmunosupresión, afirmó el doctor Marco Antonio de Paz Campos, director del Hospital de Pequeñas Especies de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FESC), durante el 1°Ciclo de conferencias de animales domésticos y fauna silvestre de la FESC.

Agregó que las terapias contra el sufrimiento deben ser individuales porque el dolor es una experiencia personal, sensorial y emocional desagradable asociada o no con daño en el tejido que al no ser tratado correctamente disminuye considerablemente la calidad de vida de los pacientes.

La fisiopatología del dolor inicia con la transducción de algún estímulo físico o químico transformado por medio de nociceptores –situados en la piel, músculos y órganos– en impulsos eléctricos que son transmitidos a la médula espinal. Lugar en donde la modulación del impulso puede disminuir o incrementar la proyección de la percepción del dolor que llega al cerebro a través del tracto espinotalámico principalmente, explicó el doctor en farmacología.

De igual forma, precisó, los componentes emocionales y psicológicos localizados en el encéfalo perciben y matizan el dolor; incluso, pueden disminuirlo a nivel de médula espinal a través de las vías inhibitorias descendentes. Los analgésicos que se administran trabajan interrumpiendo el impulso doloroso en los niveles de percepción, proyección, modulación, transducción o transmisión, comunicó el doctor Marco de Paz.

Para su clasificación en la clínica, el dolor puede catalogarse como nociceptivo, inflamatorio o neuropático. En el primero, el dolor se activa mediante los nociceptores como respuesta a los estímulos térmicos, químicos, mecánicos y de inflamación. Asimismo, funciona como un mecanismo de alarma que protege y previene una lesión en el tejido, buscando la protección de los órganos afectados; dicha percepción es necesaria para garantizar la supervivencia del individuo.

En contraste, el dolor inflamatorio tiene una función inicial que ayuda a la recuperación; sin embargo, es prioritario su control cuando se convierte en sufrimiento crónico porque genera secuelas, perjudicando el bienestar del paciente. Su tratamiento o prevención puede realizarse con anestésicos locales, comentó el especialista.

Finalmente, el dolor neuropático carece de función fisiológica y disminuye la calidad de vida. Éste se caracteriza porque los tejidos están sanos, pero existe una alteración en sistema nervioso periférico o central que produce estímulos de un dolor crónico y persistente, los cuales impiden a los pacientes comer o moverse.

Factores de riesgo como un accidente cerebro vascular o lesión en la médula espinal pueden ocasionar alteraciones en el sistema nervioso central; mientras que a nivel periférico se reporta: daño en algunas terminaciones nerviosas –cervical, torácica o lumbosacra–, dolor en una extremidad amputada, cicatrices, síndromes neuorológicos por enfermedades inflamatorios o degenerativas, entre otras, acotó.

En el dolor neuropático, el sistema nervioso sufre una mala adaptación en la que se disminuyen los umbrales de estimulación dolorosa (hipersensibilización) a tal grado que un impulso no doloroso ahora ocasionará dolor (alodinia), este tipo de dolor, suele presentar resistencia a los analgésicos, informó.

Controlar el dolor es importante porque evita efectos adversos como anorexia, retención urinaria, falta de movilidad, retraso en la cicatrización e inmunosupresión causados por la secreción de catecolaminas, glucagón y cortisol, advirtió el doctor Marco de Paz.

Reconocer la existencia del dolor, su origen e intensidad es indispensable para dar un tratamiento correcto que actúe en los diferentes niveles de la vía nociceptiva, aseveró. La analgesia anticipada en situaciones quirúrgicas o canalizaciones previene el sufrimiento, obstaculizando la hipersensibilización, añadió.

Los fármacos para tratar el dolor se dividen en Analgésicos Antiinflamatorios No Esteroideos (AINEs), opioides, anestésicos locales y adyuvantes, apuntó el director del Hospital de Pequeñas Especies. No obstante, los AINES producen alteraciones gastrointestinales como úlceras mientas que los opioides causan depresión respiratoria e hipnosis. En cambio, los anestésicos locales son más seguros porque sus efectos adversos son menores, permitiendo reducir las dosis de AINEs y opioides.

Actualmente, la literatura científica reporta a los adyuvantes como medicamentos enfocados a problemas diferentes al control del dolor, pero que al administrarse en dosis más bajas actúan como analgésicos importantes. Por ejemplo, la lidocaína es un anestésico local intravenoso; duloxetina, venlafaxina y fluoxetina son antidepresivos; gabapentina y pregrabalina, anticonvulsivos; ketamina, antagonista de los receptores del neurotransmisor glutamato, entre otros, indicó el veterinario egresado de la FESC.

Reveló que los laboratorios venden a los AINEs como inhibidores de las prostanglandinas, catalogadas como causantes de dolor; sin embargo, éstas no son las únicas generadoras de dolor más importantes. Por lo tanto, en un tratamiento adecuado los AINEs son insuficientes, sino se administra otro fármaco más.

El doctor Marco de Paz recomendó utilizar terapia multimodal con base en una escalera analgésica que receta los fármacos dependiendo de la intensidad del dolor. En el primer escalón, el sufrimiento leve, se administra un AINE más un adyuvante; en el moderado, se agregan opioides menores como tramadol, codeína, dihidrocodeina, y para el severo, se sugiere opioides mayores, buprenorfina, fentanilo, morfina, oxicodona e hidromorgina.

Para contrarrestar el dolor neuropático en perros, en el Hospital de Pequeñas Especies inician con gabapentina o pregabalina, si el paciente no responde se combina con antidepresivos tricíclicos como amitriptilina o antidepresores inhibidores de la recaptura de serotonina o noradrenalina, duloxentina. Ante la persistencia del sufrimiento se administran opioides de liberación prolongada, tramadol, señaló el director.

Los tratamientos contra el dolor deben ajustarse al paciente, exhortó. En los cachorros, por ejemplo, la dificultad para detectar el dolor afecta la terapia. Además, los estudios del comportamiento de fármacos a edad temprana son escasos y los analgésicos son poco utilizados por temor a generar intoxicaciones debido a la inmadurez en las vías metabólicas y excretoras.

Estudios demuestran que en las primeras fases de la gestación empieza el desarrollo del sistema de conducción, eliminado los mitos de resistencia al dolor o ausencia de memoria o percepción al mismo en los neonatos. Por el contrario, los cachorros sienten más dolor que los adultos porque carecen de las vías descendentes que inhiben al dolor, manifestó el médico veterinario.

En menores de dos semanas, refirió, es necesario evitar procedimientos dolorosos debido a que el sistema nervioso continúa desarrollándose y un mal control impactaría en una respuesta exagerada al dolor el resto de su vida. Advirtió que en estos pacientes no se deben administrar AINEs o ketamina hasta después de los 42 días.

Asimismo, el doctor Marco de Paz recomendó tratarlos con soluciones orales dulces para una analgesia anticipada en procedimientos menores como canalizaciones o usar opiáceos en procesos más dolorosos, pero realizando ajustes en la dosis ya que se debe considerar la menor reserva tisular, el aumento en el tamaño relativo del sistema nervioso central, la disminución en los procesos de metabolismo hepático y la menor respuesta ventilatoria por parte de los cachorros.

El tratamiento del dolor en gatos es igual de complicado porque son pocos los fármacos analgésicos autorizados para ellos; el paracetamol, por ejemplo, es contraproducente, aseveró. Igualmente, los felinos pueden rechazar y escupir los medicamentos administrados por vía oral.

Controlar el dolor en gatos es indispensable para evitar un cuadro de anorexia que provoque lipidosis hepática, fijación de grasas en el hígado, causando la muerte, comunicó. Las causas más comunes de sufrimiento en gatos son traumatismo, cirugías, abscesos, enfermedades dentales, inflamación en la vejiga –cistitis intersticial–, osteoartritis –presentada en 9 de cada 10 gatos geriatras–, entre otros, informó el especialista.

Otra complicación en el manejodel dolor en felinos es la dificultad para detectarlo. Explicó que un gato con dolor agudo oculta la cabeza, entrecierra los ojos, no se interrelaciona con las personas, lame y muerde la herida, encorva la espalda, resiste el movimiento, presenta anorexia y no orina. Mientras que el crónico se caracteriza por la disminución en el acicalamiento, sueño prolongado, agresividad, negación a saltar, dejarse acariciar así como orinar o defecar fuera del arenero.

Marco de Paz subrayó que la administración de fármacos no es suficiente para controlar el dolor porque éste tiene un componente de tipo psicológico importante. Por lo tanto, aseguró, incrementar la calidad de vida de los pacientes puede optimizar el tratamiento, permitiendo manejar dosis más bajas de analgésicos en padecimientos como ostioartitris.

El 1° Ciclo de conferencias de animales domésticos y fauna silvestre de la FESC  fue organizado por María Galván Rodríguez, Arturo Medina Sánchez y Andrés Dueñas Bocanegra alumnos de la licenciatura de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Facultad.

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  1. Muy ilustrativo y ampliamente con mucho criterio en el manejo del dolor neuropático en poblaciones de perros ovejeros ancianos s/t en el uso inicial de la pregabalina.


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